Centro de Memoria Histórica del Colegio Madrid

LUIS CASTILLO IGLESIAS

El Maestro Castillo fue un profesor inolvidable, entró al Colegio Madrid cuando se inició la secundaria para impartir Historia Universal y Geografía, posteriormente al fundarse la preparatoria fue nombrado Director de esta Sección, cargo que desempeñó hasta 1971, en que se le eligió para el puesto de Director General.

Recuerdo a una persona alta, un poco fornida, con unos lentes con cristales gruesos, nariz aguileña y peinado para atrás con un cigarro puro, la mayoría de las veces apagado, un poco desaliñado, siempre vestido de traje.

Mesurado, inteligente, cariñoso y serio, toda su vida era la docencia. Soltero pero siempre rodeado de chicos que ponían a prueba su paciencia.

Una de sus mejores cualidades era el saber escuchar, siempre lo hacía atentamente y cuando hablaba, aunque no era muy pródigo en las palabras, su respuesta contenía el consejo que el alumno había ido a buscar y era despedido con una cariñosa palmada en la nuca y la expresión ¡anda!, ¡anda!.
Todo el mundo lo respetaba y lo quería, profesores, trabajadores y alumnos.

Como profesor de historia era un apasionado admirador de Napoleón y narraba de una forma excelente las batallas. En la Guerra Civil Española se enroló en el cuerpo de artilleros.,

Disfrutaba mucho de organizar las graduaciones e instruía a los alumnos que terminaban sus estudios a bajar marcialmente la escalera del salón al compás de la marcha triunfal de Aída.

Entre las anécdotas que se recuerdan de él, hay una en la que ya siendo Director General fue a la Sección de Preparatoria (la que visitaba con frecuencia) y encontró en la calle, afuera de la puerta a una niña apoyada en un coche, de inmediato tomándola por el brazo la metió al plantel y se dirigió a la dirección, en donde muy molesto le preguntó a la directora que hacía esa niña fuera de clase. La directora y la secretaria miraron a la niña que lloraba y al mismo tiempo cruzaron un gesto de interrogación puesto que no la conocían. La directora le preguntó a la niña que por qué lloraba, esta le dijo entre sollozos que estaba esperando en la calle a una amiga, cuando apareció un señor que la cogió del brazo y la metió en la escuela, de la cual ella no era alumna. Asombrado el maestro Castillo le preguntó a la niña, ¿pero tu estudias verdad?, al contestar que sí, le dijo muy serio ”bueno entonces de todas maneras te estás volando las clases”.

Era una persona que predicaba con el ejemplo , era el primero en llegar y el último en irse, sumamente conciliador, prudente y muy sensible a los problemas personales de todos los miembros de la comunidad. Como maestro fue un referente de todos los que nos dedicamos a la docencia.

Siendo Director General, organizó la llegada de los niños exiliados sudamericanos al Colegio, con la misma disposición que tuvo México para los niños españoles.
El Maestro Castillo nos enseñó, lo que es un profesor y una buena persona en toda la extensión de la palabra. ¡NUNCA LO OLVIDAREMOS!