Centro de Memoria Histórica del Colegio Madrid

MARÍA DE LAS NIEVES CHOZAS RICO

Nació en Melilla, ubicada en el Norte de África, el 9 de Diciembre de 1925. En aquella época Melilla era provincia de Málaga, hoy es ciudad autónoma pero sigue siendo propiedad de España.

Fue la menor de ocho hermanos y siempre, familia y amistades la hemos llamado Maruja.

Con año y medio su familia se fue a vivir, por el trabajo de su padre, a la población de Villa Sanjurjo, entonces parte de Marruecos español, hoy llamada Alhucema. Tenía trece años y estudiaba el tercer año de Bachillerato, que entonces era de siete años, cuando su padre falleció de un infarto. Maruja entonces se encargó de llevar las cuentas del negocio familiar mientras continuaba estudiando por su cuenta, hasta terminar el Bachillerato. Para obtener el título de Bachiller viajó a Melilla, donde presentó exámenes de revalidación de las materias. Llegaban personas de muchos lugares a examinarse. Los exámenes tenían un alto grado de dificultad, ella los pasó en el primer intento.

Viviendo en Melilla con su madre, estudió por su cuenta las materias que necesitaba para examinarse en la Escuela Normal de Maestros y sacar la carrera del Magisterio Nacional.

Ante sinodales en Granada en 1948, se presentó a exámenes públicos, escritos, orales y de prácticas ante grupo. Había 400 aspirantes, Maruja entre ellos, compitiendo por 40 plazas de maestros. Maruja obtuvo el segundo lugar, le dieron el título que conserva de Maestra de Primera Enseñanza, y pudo escoger el pueblo a donde irse a enseñar: “pueblos en la sierra, sin calefacción ni agua corriente, pero con gente muy buena”.

En 1957 a instancias de un hermano, se vino con su madre a México. El director del Colegio Madrid, Maestro Jesús Revaque le abrió las puertas de la institución y la Maestra María Leal, Directora de la Primaria, la ayudó a sentirse en su casa.

Fue maestra de grupo en diferentes grados hasta que en 1980 le dieron la coordinación de Español en los 30 grupos que tenía la Primaria. Entonces, dos o tres veces al día impartía cursos en grupos diferentes, de lectura en silencio, expresión oral, trabajo en equipo, análisis de lectura en libros atractivos para la edad del alumno.
En eso estuvo trabajando hasta que se jubiló en febrero de 1991.

Al entrevistarla me dijo que ella al principio no quería ser maestra, pero que luego, “es un trabajo tan noble” que le gustó muchísimo y no había orgullo mayor para ella que el que le reconocieran su labor. Conserva el cariño y amistad de las maestras a las que supervisó y varios diplomas otorgados por las inspecciones de la SEP y por el mismo colegio, donde las generaciones pasadas y futuras le agradecen su trabajo.